"ERA UN HOMBRE PASIONAL, UN HOMBRE QUE AMABA IMPOSIBLES."

viernes, 13 de enero de 2012

La chica que escribía al revés.

Llegué a conocerla bien. Reía a las 10 y lloraba a las 12, (a veces, incluso antes, pero no siempre en ese orden). Podía llegar a cambiarse 7 veces antes de salir de casa. Pero todo eso son solamente cifras. No bebía café, pero parecía agradarle ver como pedía mi Capuccino en aquél café de la esquina, ese que más tarde quiso bautizar como nuestra cafetería. Era una chica, más bien rara. Quién sabe qué nos unió. A veces jugábamos a adivinarlo. Fue un suspiro de alivio del destino, una canasta apurada al último segundo. Para ser más exactos, el número 6 de un dado lanzado al azar por el diablo. Pero, por favor, no sigamos hablando de números. Pasábamos todas las noches de verano tirados en mi tejado, contando estrellas. Fuimos de esos que gritábamos en silencio. Hablábamos con los ojos, y escuchábamos con el corazón. Éramos de los pocos que sabíamos hacer eso, lo de amar los silencios; cuando un día, por sorpresa, dejaron de ser incómodos. Pero no era lo único que amábamos. En pocas palabras, creamos nuestra propia filosofía de vida. No necesitábamos un plan B, nuestro proyecto no tenía pérdida. Luego, se perdió todo. Los nervios, el norte, y la cabeza, pero no te asustes, nuestro futuro no. Vivíamos a nuestra manera, siendo felices de la única forma que sabíamos. Rompiendo esa estúpida ley de las absurdas diferencias de las que tanto se hablaba. Demostrando que lo imposible, era posible, siendo la excepción que confirma la regla, pero no cualquier regla, sino nuestra regla de vida. Ya lo dijiste una vez, en una de esas cartas que me encontraba por todas partes, y que leía, normalmente en el espejo, o en el reflejo de unas tijeras, si estábamos en clase. "Gracias por ser diferente a mí, es la única manera de que me complementes". Y era verdad, por mucho que dijeran. Tan verdad como tu talento al imitar la caligrafía de Da Vinci. Sigo pensando que la única razón de existencia que tenían tus cartas al revés, es tu mente prodigiosa, que estaba aburrida de escribir normal y de ser normal. Y por eso inventamos nuestro camino, puede que no sea en la dirección correcta, pero es nuestro camino. Tú y yo, somos un cúmulo de cosas hechas y por hacer, somos un mar de contradicciones y bipolaridades.



Pero te diré lo que nunca seremos: indiferencia.

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