Tras muchas caídas,
miles de dudas, tantas noches frías, miradas sin dueño, vacíos
intensos... Fué ahí, en el fondo de todo, cuando lo comprendí. Gracias a
la inmensa oscuridad pude observar que detrás de aquel muro se
encontraba aquella luz: el brillo de tus ojos. ¿Qué extraño, no? Tan sólo
cuando lo vemos todo negro, encontramos todas las estrellas, incluso a
la Luna... Y pensamos: "Ha estado ahí durante tanto tiempo, y yo no me he
dado cuenta". Si cada vez que tropezamos tan sólo nos centramos en la
piedra y no en lo que le rodea, cada vez que lloramos tendemos a agachar
la mirada en vez de levantar la cabeza para que el Sol nos seque las
lágrimas, jamás lograremos ver la realidad. De nada sirve esconderse
detrás de una máscara. ¿Y tú? ¿Qué estarías dispuesto a dar por aquello
que anhelas? ¿Darías parte de tu vida? ¿Semanas de sacrificio? Empieza a
preguntarte qué harías para conseguirlo y qué darías una vez lo
conseguiste. Nunca olvides que los sueños están para cumplirlos y que no
debemos de abandonarlos. Por eso, yo me he dedicado a reconstruir tu
sonrisa, llenarte los bolsillos de guerras ganadas, a coleccionar tus
besos. Tú, mientras tanto, me has robado el aliento.
Paula Umpiérrez
No hay comentarios:
Publicar un comentario