"ERA UN HOMBRE PASIONAL, UN HOMBRE QUE AMABA IMPOSIBLES."

domingo, 12 de febrero de 2012

El cerebro se apaga y de ti depende encenderlo cada mañana.

No conozco a nadie que en el fondo no se sienta inferior a su propio ordenador, que no ponga cara de idiota cuando sin saber por qué, de pronto el aparato se bloquea, el cursor deja de obedecer al ratón, la pantalla se apaga y todo el trabajo se pierde en el bosque informático poblado de malvados enanitos. A las radios, televisores y otros cacharros antiguos bastaba con darles un puñetazo para que volvieran a funcionar, pero frente a la rebeldía del ordenador no sirve de nada aporrear con odio el teclado. En este caso, según aconsejan los técnicos, la única solución consiste en resetear, esto es, en apagar e incluso en desenchufar por completo el sistema y en volverlo a encender para que todo empiece de nuevo. Pues bien, resetear es hoy una acción casi mística, que cada cual debería aplicar también a su propia vida cuando uno se siente muy mal, pero no sabe qué le pasa. Volver siempre al principio es una fórmula budista de absoluta actualidad. Cuando arrastrado por la corriente política, con los años te has vuelto en un tipo esquinado de extrema derecha con el pelo teñido de azabache, si te reseteas, puede que vuelva a emerger del pasado aquel chico solidario, ecologista, que quería librar al mundo de la injusticia universal. Cuando el tedio ha desactivado la pasión que sentías por un amante ya gastado, si te reseteas, puede que recuperes aquel novio nunca olvidado del todo o aparezca en el horizonte otro más joven, más guapo y más simpático. Cuando tu cuerpo con la edad se ha convertido en una ruina y no sin razón te crees amortizado para el sexo, si te reseteas, puede que seas aún más feliz dedicándote a la erudición y a cazar mariposas como Nabokov. Cuando uno era una hormiga petulante que creía que este planeta no corría ningún peligro con las centrales atómicas, si te reseteas, tal vez pensarás que la energía limpia se deriva de una inteligencia clara y entonces te harás un militante antinuclear. Cuando te duelen cosas que antes no te dolían y tampoco sabes qué va a ser del mundo ni de ti en el futuro, vete a la cama. Uno se resetea todas las noches durante el sueño. El cerebro se apaga, pone en orden los cables y de ti depende encenderlo cada mañana para ver el sol en la ventana como si fuera la pantalla del ordenador de nuevo iluminada.

 

 

 

lunes, 6 de febrero de 2012

Dibujando el camino

Llegas a tu cuarto, dejas la mochila encima de la mesa, miras la hora, piensas en qué asignatura te vas a centrar esa tarde. Te decides a sentarte, encuentras una vieja revista en un cajón, lees, miras fotos, lees, te das cuenta que estás perdiendo el tiempo.

Coges los apuntes, los sopesas, miras la primera página, miras la última, cuentas las hojas que las separan, te estas dando cuenta de que estás perdiendo el tiempo.

¿Por qué cuesta tanto darle forma a un sueño? Con gran facilidad los objetivos propuestos se difuminan como el viento en cuanto toca mancharse las manos. Buscas algún incentivo para continuar soportando ese peso que llevas cuesta arriba sin aparente razón. Por un momento logras llegar a la conclusión de que estás dibujando tu futuro, estás dibujando el camino hacia tu sueño.

Suena el móvil y te das cuenta de que vuelves a estar perdiendo el tiempo. Vamos, céntrate.



Edu Pereira

domingo, 5 de febrero de 2012

Vivir sin medicina o morir de sobredosis.

Recorrer la ciudad, encontrarte en cualquier bar. En cualquier parte. Sentir algo, un latido, una mariposa reacia a agitar sus alas, con miedo a provocar un efecto desvastador e irremediable. Cogerte con la sangre hirviendo en mis venas, sintiendo que sobra hasta la piel. Encerrarte en cualquier baño. Agarrar la cintura que me hipnotizó en la pista, acercarla hasta la mía, sentirnos excitados. Suspirar casi al unísono, que nos cale más allá de los huesos, más profundo que el mismísimo corazón. Tu cuello, recorrerlo con mi lengua tan despacio que parezca que se ha parado el tiempo. Que el mundo se cae ahí fuera. Que aquel es nuestro sitio. Nuestro momento.

 



miércoles, 1 de febrero de 2012

Lugar y momento no planeados.

A veces me pregunto qué será de esas personas obsesionadas con el control, con el hecho de tenerlo todo planeado con antelación y evitar siempre el factor sorpresa. Los mejores momentos son siempre los improvisados; un beso en un portal, una llamada que no esperabas, que suene esa canción que te encanta en el sitio en el que estás cenando... 

La mejor escena de Pretty Woman es aquella en la que Julia Roberts se sorprende porque Richard Gere cierra la caja que contiene el collar que le regala cuando ella va a cogerlo. Ni siquiera estaba escrito en el guión. A él le pareció gracioso y lo hizo. La risa que provocó en ella fue tan natural que el director de la película decidió conservarla convirtiéndose en un clásico del cine.


Es importante que sepas capturar la magia de esos momentos. 

La improvisación, por desgracia, no es algo de lo que todo el mundo pueda disfrutar. Si eres uno de los elegidos enhorabuena, poténciala todo lo posible.

Las parejas que funcionan son siempre las que planearon no estar juntas; como Richard y Julia en Pretty Woman, como Chuck y Blair, como tú y yo.





Lucía Mosquera

¿Y qué quieres que te diga? Tampoco procuro entenderlo.

-Quería verte. 

 

+Y yo quiero verte. 

 

-¿Cuál es la diferencia?

 

+Lo tuyo es en pasado, lo mío es en presente.




Lucía Mosquera

jueves, 26 de enero de 2012

No es algo que puedas poner en duda.

Una ola que se te lleva por delante, un puño que te deja KO, un incendio que te abrasa por dentro.

 

 

 

domingo, 22 de enero de 2012

Juguemos.

-La felicidad no existe. Sólo existe ser feliz cada día.

»Si piensas en el concepto global de felicidad todo cae por su propio peso.

»Mira por la ventana...

Me señalo un cristal que daba a la calle. Me acerqué.

-¿Ves toda esa gente caminando sin sentido pero en direcciones concretas? -me preguntó.

Miré a esa gente, lo que no sé es cómo él la veía. Desde donde me encontraba no podía llegar a divisar la calle.

+La veo -respondí.

-¿Te das cuenta como todos van hacia algún lugar, con algún propósito? Ni tú ni yo nos cambiaríamos ahora mismo por ellos. Y eso es porque nos gusta nuestra vida, nuestro rostro, nuestro camino... No podemos entender adónde van, qué necesitan hacer...

»Pero todo cambia por la noche... En plena madrugada fíjate en los edificios altos y verás que hay pocas luces encendidas, muy pocas. Casi todo el mundo duerme, tan sólo hay algunos que están despiertos... Y ésos son los que buscan y los que encuentran.

»A esas altas horas de la noche, en las que todo el mundo duerme, ellos están amando o gozando de conversaciones intensas... Y ese sentimiento y esas palabras cambian su vida.

»Siempre debes poner en tu vida más noches que días...

»Y cuando alguna vez estés perdido y no tengas rumbo fijo, juega al "qué haría otro si estuviera en mí"...

+¿Qué haría alguien si estuviera en mí? -repetí.

-Sí, exacto. Encuentra a otra persona con la que compartas energía y pregúntale qué haría en tu vida si estuviera en ella por dos días. ¿Qué cosas cambiaría de ella? ¿Cómo se cortaría el pelo? ¿Qué comería? ¿Qué actividades realizaría?... En definitiva, ¿cómo viviría tu vida si fuera temporal su presencia en ella?

+¿Y funciona...?

-Claro que sí... -sonrió-. Yo he jugado a ello infinidad de veces y siempre me ha dado impulso para seguir.

»Pero para practicarlo has de encontrar a otra persona con la que jugar, y eso no es fácil.

»Esa persona debe ser especial y tiene que saber mirarte desde fuera, para poder darte otra perspectiva de tu vida cuando estés perdido...



+¿Jugamos juntos?